Todos los niños nacen sensibles, absolutamente sensibles, pero la sociedad no quiere que haya tanta gente sensible en el mundo; quiere gente insensible porque necesita trabajadores, necesita soldados, necesita todo tipo de gente dura que hayan pasado por alto su corazón.
Necesita profesores, intelectuales, científicos. Gente que no quiera saber nada acerca de sus propios corazones, acerca de su propia sensibilidad.
Es maravilloso que estés sensible. Una mujer es más sensible que un hombre porque la sociedad ha rechazado a la mujer para cualquier trabajo importante. -Esto ha resultado ser una bendición enmascarada-.
No me preguntes “¿Por qué estoy tan sensible?” naces sensible, es tu derecho de nacimiento. Puedes preguntarte, “¿Por qué no me siento sensible?” cuando no estés sensible. La sensibilidad es una gran cualidad.
¿De dónde surge?, Surge de tu propio ser, no le busques ningún otro origen externo, es tu naturaleza.
¿es posible compartir la sensibilidad? Por supuesto. Habrás observado que cuando le estás dando la mano a determinadas personas sientes como si estuvieras estrechándole la mano a la rama seca de un árbol, sin vida, sin calor, sin energía. Y habrás experimentado al estrechar la mano a otra persona, y sentir que se transmite algo, que hay un intercambio de energías: un calor, una amorosa sensación de amistad. Si te sientas con este tipo de personas sentirás que te alimentan. Y si te sientas con esos otros que son como las ramas secas de un árbol te sentirás extraño, como si te estuvieran chupando.
La sensibilidad es el principio para una nueva apertura de tu ser. No tengas miedo, continúa subiendo cada vez más alto. Vuélvete cada vez más sensible. Con suerte te conducirá al florecimiento supremo de la humanidad, la rosa mística.
