Hay una conversación que está repitiendose en mi cabeza, las palabras del médico internista haciendo eco en cada parte de mi cuerpo produciendo temblores y escalofrios, hablan de que rendirse en este caso es lo mejor, que hay vidas que ya no serán vidas, que la frialdad en estos casos es el calido abrazo que lo llevará a un lugar mejor, yo quisiera pelear, quisiera desmayarme, quisiera llorar pero no traigo mis lentes oscuros, no puedo hacerlo porque mi cuerpo no reacciona del todo y además si caigo en esas manifestaciones de impotencia me canalizarán y sedarán, mientras me repiten "sé fuerte", siendo sé fuerte = no sientas.
Despues veo salir a mi papá de terapia intensiva, en su pecho hay cortadas y ampollas, lo acompaño al traslado a hospitalización con toda mi incertidumbre, la logro transmitir sin decir nada, el doctor dice que todo eso es por los electrocardiogramas.
Comienza un concierto de gritos en el pasillo, ha muerto un paciente en terapia intensiva, tambien había muerto el paciente que estaba en la cama en la que ahora está mi papá, se sigue el mismo protocolo, la enfermera se dirige al familiar alterado y le pide dos veces que se calme y sea fuerte, posteriormente se la llevan a ponerle un "suerito".
Minútos despues pasa un enfermo con su bata alrevés y dice buenos dias a las 8p.m., se queda observando por el suficiente tiempo para hacer sentir incomididad, entra a algunos cuartos sin decir nada, es obvio que el señor "no está bien", pero las enfermeras lo dejan jugar con el trapeador que a mi gusto se puede convertir en un arma, pero lo dejan pasar, el señor comienza a cantar y todo es "pasable" hasta que intenta atacar a una enfermera. Se corre el chisme y todos se ponen alerta, hasta que pasan ahí lo suficiente como para acostumbrarse.
Por mi formación a mi me cuesta acostumbrarme y no quisiera terminar acostumbrandome.
